Para las almas libres como yo, poder perderse por Barcelona, sin rumbo fijo y sin la presión de las agujas de un reloj, es una de las mayores satisfacciones a las que nos podemos enfrentar. Muchas veces, en medio de esos paseos a “ningún lugar”, sueles pasar por espacios o frente a edificios históricos, ante los que te paras y, observándolos detenidamente, te preguntas ¿qué historias deben esconderse tras esas paredes? Pues bien, desde hace pocas semanas el Gòtic de Barcelona se ha apuntado al carro de las aplicaciones tecnológicas para ayudarnos, a los más curiosos y turisteros, a obtener in situ una rápida respuesta a algunas de esas dudas. ¿Y cómo lo han hecho? Pues usando la técnica de los códigos QR, que os explicaré en qué consiste, especialmente para los menos entendidos en nuevas tecnologías.
QR son unas siglas que proceden de las palabras inglesas quick response code, y que se pueden traducir como código de respuesta rápida. Son una especie de código de barras bidimensial que almacena información, a la que se puede acceder a través de una aplicación, instalada en el smartphone, que te dirige (vía internet) a la web que la guarda. En nuestro caso, la web de QRGòtic. En resumen, para ser usuario de este sistema necesitas un smartphone, tener instalada la aplicación, y disponer de datos en el móvil que te permitan navegar desde cualquier lugar.
La iniciativa la han llevado a la práctica la Associació de Comerciants de Llibreteria, la Fundació Sonara y el Museu d’Història de Barcelona, con la finalidad de convertir esa zona de la ciudad en un museo al aire libre, avalado por el mundo científico. Participan treinta y dos comercios de la zona, que nos lo indican mediante un adhesivo colocado en un lugar visible de su escaparate.
Como siempre me llaman la atención estas novedades… la semana pasada, con el móvil cargado y la máquina de fotos preparada, allí que me fui con la idea de comprobar por mí misma en qué consistía el proceso. En general, lo encontré interesante y fácil de usar, aunque también tengo que reconocer que algunos códigos los han colocado en las puertas de acceso a los establecimientos, y hay que leerlos rápidamente para no interferir en el tránsito de los clientes que salen y entran, por lo que el móvil tiene que estar siempre preparado.
Las dos calles que visité fueron la calle de la Llibreteria y la calle de la Freneria. Y, aunque hoy no os voy a explicar ninguna de las historias que pude leer, ya que para eso tenéis los respectivos códigos y la página web, lo que sí que os puedo decir es que me sorprendió algún que otro dato que no conocía.
Aquí os dejo algunas imágenes de mi recorrido por la calle Llibreteria…
…y algunas de mi paseo por la calle de la Freneria: