Se acerca el 23 de abril, Diada de Sant Jordi, y como sé que muchos escribirán sobre ello, me voy a permitir la libertad de ofreceros mi propuesta en tres relatos separados, pero unidos por un hilo conductor como es la ciudad de Barcelona. En primer lugar hablaremos del porqué de la fiesta, en segundo lugar daremos un paseo por un parque especialmente relacionado con las flores… ¿cuál será? Y en tercer y último lugar, os daré algunas pistas para que busquéis a Sant Jordi y al dragón por diferentes lugares de la ciudad. ¿Os apuntáis?
Por lo tanto, y de acuerdo al programa propuesto, vamos a empezar por informarnos sobre quién era Sant Jordi y el porqué de esta festividad en la ciudad de Barcelona.
¿Quién era Sant Jordi?
La información que he recopilado me ha hecho llegar a la siguiente conclusión: Georgios (que significa campesino en griego) fue un militar y consejero de Diocleciano (el famoso emperador romano del que ya hablamos cuando relatamos la historia de Santa Eulàlia), originario de la población de Lod (que actualmente se encuentra cerca de Tel Aviv y alberga el famoso aeropuerto internacional de Ben Gurión), en donde se estableció una colonia romana conocida como Colonia Lucia Septimia Severa Diospolis. Lugar donde lo enterraron tras morir decapitado un 23 de abril por haberse opuesto al edicto que establecía la persecución de los cristianos y, además, confesar que él era uno de ellos. Todavía se puede visitar su tumba en la iglesia que tiene dedicada en esa población.
De su vida real pocas cosas se saben, pero fue la leyenda que se creó alrededor de su figura la que le llevaría a ser conocido y venerado en diferentes lugares de Europa y del norte de África, tanto en la iglesia católica como en la ortodoxa.
La leyenda lo describe como un heroico caballero que liberó a una bella princesa de las fauces de un terrible dragón, al que mató. Parece ser que la leyenda está basada en una anterior que ya existía en la Europa precristiana, y que popularizó el dominico Jacopo da Varazze al incluirla en su obra Legenda Sanctorum, con el nombre de Legenda Àuria. Durante la Edad Media fue nombrado patrón de los caballeros y se le invocaba para que apareciese en los momentos decisivos de las batallas, armado y montado en un caballo blanco, preparado para guerrear junto a los ejércitos cristianos. Según parece, debido a la ayuda que prestó a diferentes monarcas también se le nombró patrón de la nobleza.
El porqué de la devoción en Barcelona y Cataluña
La devoción por el santo en Cataluña dada del siglo VIII, pero no fue hasta el siglo XV cuando la Diputació del General, a propuesta de las Cortes, decidió convertir la fecha del 23 de abril en fiesta solemne y adoptar a Sant Jordi como patrón de la corona. En el siglo XIX con la Renaixença se recuperó la festividad de manera no oficial, dándole un carácter identitario y cívico que con el paso de los años la ha convertido en la fiesta más popular, multitudinaria y participativa del calendario festivo popular de toda Cataluña. Coincide con la fiesta del libro y con la del día de los enamorados, y siempre se ha mantenido como una fiesta popular, sin carácter oficial, para poder mantenerla al margen de posibles conflictos políticos que pudiesen llevarla a su prohibición o abolición.
La tradición de regalar rosas
El origen de la tradición de regalar rosas es algo incierto, pero algunos historiadores se decantan a relacionarlo con la “feria de los enamorados” que ya se celebraba en el siglo XV. Esta flor hace referencia a la propia leyenda, ya que representa la rosa roja que brotó de la sangre del dragón y que Sant Jordi entregó a la princesa, pero no podemos dejar de pensar que, según el ciclo del año, estamos en primavera y es el momento en que la floración de las rosas se encuentra en su máximo esplendor.
Según explica la historia, tras su declaración como fiesta institucional, las clases privilegiadas (léase aristocracia, burguesía, prohombres y demás autoridades) se reunían en la plaça del Born de Barcelona para presenciar justas y torneos que se celebraban durante la jornada, donde se obsequiaba con una flor a las damas que asistían. No es de extrañar que las clases populares, que quedaron excluidas de estos festejos, decidieran empezar a imitar el gesto, ayudando a transformar la costumbre en tradición.
También se habla de las rosas que se regalaban a las doncellas cuando salían de misa el día de Sant Jordi. Joan Amades, sin embargo, data el origen de la tradición en una fecha mucho más próxima en el tiempo, y la relaciona con la Fira de Roses que desde mediados del XIX se celebra cada 23 de abril en el patio gótico del Palau de la Generalitat.
La tradición de regalar un libro
El origen de la tradición de regalar un libro es mucho más sencillo datarlo. La primera vez que se celebró una feria del libro fue en octubre de 1926, a iniciativa del escritor y editor valenciano establecido en Barcelona, Vicent Clavel Andrés, que en 1930 trasladarían al día 23 de abril para hacerla coincidir con la supuesta fecha del fallecimiento de Shakespeare y Cervantes, que parece ser ocurrieron en el mismo día pero calculadas con calendarios diferentes.
Desde sus inicios la feria ha llenado las calles de paradas de libros que ayudan a los libreros a acercar la cultura a sus posibles clientes sin tener que esperar a que entren ellos en los establecimientos, y ha hecho casi obligatorio el tener que comprar algún libro para regalárselo a quién te haya obsequiado con una rosa. En 1996, la Unesco declaró el día 23 de abril como Día Internacional del Libro, por lo que el carácter cultural de la fiesta todavía ha alcanzado mucha más solidez.
Dos consejos
Antes de finalizar este paseo histórico, para proseguir con los recorridos turísticos prometidos, os explicaré un secreto (o no) y os haré una recomendación.
El secreto es la exposición de cincuenta variedades de rosas que cada año tiene lugar en la calle de l’Avió Plus Ultra de Sarrià, que no todo el mundo conoce y que os invito a que visitéis. Una excelente idea para contribuir a descongestionar el centro de la ciudad y de fácil acceso, dada la proximidad de la parada de los FGC y de diferentes lineas de autobús, así como las del Bus Turístic.
La recomendación es que no dejéis de probar una o las dos especialidades gastronómicas del día. Una dulce y otra salada para el gusto de todos los paladares.