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RUTA DEL MODERNISMO GOURMET EN TREN TURÍSTICO

La ruta por el Modernismo Gourmet que compartimos en este post nos ha hecho regresar a los años de infancia, cuando el Maresme era nuestro destino familiar de verano y de muchos fines de semana.

La vida ha hecho que, hoy en día, algunas de esas poblaciones de la Costa de Barcelona sean lugar de residencia habitual para muchas personas, por lo que la aventura de viajar en tren hacia o desde Barcelona sea rutina diaria. Pero en nuestro caso, sigue formando parte de aquel recuerdo de infancia, cuando subirte a un tren «destino a la playa” era sinónimo de vacaciones de verano.

Hoy se inaugura la ruta por el Modernismo Gourmet en Mataró y en Canet de Mar, y hemos tenido el privilegio de haberla podido disfrutar en primera persona. por lo que aquí os dejamos nuestra crónica de la jornada.

Modernismo gourmet
El Projecte Trens Turistics Barcelona és molt més es una propuesta de ocio que se ha llevado a la práctica conjuntamente entre la Diputació de Barcelona y Renfe, con la finalidad de fomentar el turismo de proximidad en las comarcas de Barcelona, desde un punto de vista sostenible, incentivando el uso del tren para los desplazamientos.

Ruta por el Modernismo Gourmet de Mataró y Canet de Mar en tren turístico

Como siempre que vamos a ir de viaje, ruta o escapada nos gusta informarnos previamente sobre lo que vamos a ver, y sobre lo que no debemos perdernos del lugar que vamos a visitar. La verdad es que el resultado de nuestra investigación prospectiva se ha quedado corta una vez finalizada la ruta. Hay infinidad de pequeños detalles que nos habían pasado desapercibidos, y que nunca antes habíamos constatado que estaban ahí, especialmente desde el punto de vista del patrimonio modernista.

Hablar de modernismo nos obliga a hablar de modernismo en el Maresme. En Argentona, Mataró y Canet de Mar hay algunos de las muestras más notables de ese estilo arquitectónico, destacando especialmente la huella que Josep Puig i Cadafalch (nacido en Mataró) y Lluis Domènech i Montaner (de familia originaria de Canet de Mar) dejaron en la zona.

Ambos arquitectos, junto a otros menos conocidos pero no menos importantes, unieron talento y fantasía para construir edificios rompedores respecto a los habituales de finales del siglo XIX y principios del XX, o transformar antiguas casas de campo en auténticos castillos y palacios modernistas. De ahí esa riqueza patrimonial que se ha convertido en todo un must por descubrir más allá de Barcelona.

Este año se cumplen 175 años de la primera ruta en tren de Barcelona a Mataró (el primero que circuló por la Península), y 100 años del fallecimiento de Lluís Domènech i Montaner, por lo que ambas efemérides han estado muy presentes en nuestra ruta de hoy.

En tren turístico desde la Estació de França

Nuestra jornada se inicia muy temprano, para poder llegar con tiempo hasta la Estació de França, desde donde partirá el tren turístico que nos llevará hasta nuestro destino de hoy.

La Estació de França, como siempre se ha conocido popularmente la estación de Barcelona termino, es la única estación de ferrocarril que conserva el carácter histórico y artístico en la ciudad y, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que es la mas bonita que tiene la ciudad. De estilo modernista, su inauguración coincidió con la exposición de 1929.

Su estructura tiene forma de U, y la curvatura de las vías se debe a que las diseñaron para sortear la fortaleza de la Ciutadella que hay junto a ella. La riqueza en los detalles decorativos de mármol y bronce, así como las vidrieras, se deben a que sus constructores atendieron el gusto de la burguesía de la época.

En el andén, presto a subir al tren, nos cruzamos con dos parejas que han tenido la gran idea de vestir al uso modernista, lo que incentiva que nuestra mente entre inmediatamente en contexto.

Tomamos asiento y esperamos a que den la salida. A las 9h, de manera puntual, iniciamos el viaje hacia la primera parada del programa… Empezamos a dejar fluir los cinco sentidos para disfrutar el viaje tan especial que nos han preparado, en los que la cultura y la gastronomía serán los protagonistas.

Ya en el tren, de camino a Mataró

Hoy el día está nublado y hay poca luz, pero nada más divisar la línea de costa, que nos acompañará a lo largo de todo el recorrido ferroviario, observamos un mar en calma que nos embelesa mientras lo observamos a través de la ventanilla.

Captura de un momento de calma desde la ventanilla del tren

Tras cuarenta y cinco minutos de viaje llegamos a la estación de Mataró. Una vez apeados del tren, y después de que nuestros anfitriones nos den la bienvenida en el mismo andén, empezamos nuestra visita a la capital del Maresme. La primera parada nos llevará a conocer la primera obra de Antoni Gaudí… Sí, aunque no lo hemos mencionamos en los prolegómenos, Gaudí también tiene una obra en el Maresme.

En la Nau Gaudí, la primera obra de Antoni Gaudí

Como hemos dicho, la Nau Gaudí fue la primera obra que construyó Antoni Gaudí, allá por 1883. Un encargo que le hizo la Sociedad Cooperativa la Obrera Mataronense, a través de su amigo Salvador Pagès, que justamente nos da la bienvenida a nuestra llegada…

La sencillez y austeridad de la nave contrasta con la genialidad de la estructura

La nave sorprende por su sencillez, ya que su principal riqueza está en la propia estructura de sus arcos parabólicos. De hecho, tal y como nos explica el Sr. Pagès, la nave se construyó por encargo público, y fue la única que no subvencionaron ni burgueses ni eclesiásticos. De ahí la ausencia de elementos decorativos; solo obra vista y madera… junto a la creatividad constructiva de Gaudí.

Algún detalle cerámico si que se puede ver en la pequeña construcción circular destinada a los inodoros de los trabajadores, ubicada en el patio anexo y que, como nos explican, también tiene una pequeña obertura de ventilación superior que se podría considerar prototipo de las que se colocarían en la Casa Vicens. 

Tras despedirnos del Sr. Pagès, (que no deja de aprovechar la ocasión para cotillear sobre las calabazas que Pepeta Moreu le dió a Gaudí), ponemos rumbo hacia nuestra segunda parada de la ruta, y sumergirnos de lleno en la obra de Josep Puig i Cadafalch.

La Casa Coll i Regàs. El modernismo de Puig i Cadafalch en mayúsculas

Después de callejear por parte del centro histórico de Mataró, llegamos a la Casa Coll i Regàs, ejemplo de una casa 100% burguesa en Mataró. Josep Puig i Cadafalch la construyó para su amigo Joaquim Coll i Regàs (propietario de una de las fábricas textiles más importantes de Mataró a finales del siglo XIX), y que nos trae a la mente la casa que Puig i Cadafalch construyó para la familia Amatller.

La riqueza escultórica de la fachada ya te deja entrever que no se trata de una casa cualquiera, pero una vez en su interior la sorpresa es muy superior a la que te imaginabas. Entras de lleno en un pequeño palacio burgués -a pesar de las limitadas dimensiones que tiene en planta-, de los más innovadores y modernos de la época. No solo por la riqueza decorativa en paredes, suelos, techos, puertas… sino también por ser un edificio que incorporó todas las comodidades sanitarias y mejoras arquitectónicas del momento: agua corriente, ventilación cruzada, luz natural…

La visita, después de dejarnos admirar y fotografiar con detenimiento los espacios ricamente decorados, acaba con una muestra del aperitivo-maridaje que la Casa Coll i Regàs incluye entre su oferta de actividades enogastronómicas.

Dejamos atrás la Casa Coll i Regàs, y ponemos rumbo hacia la última parte de nuestro recorrido por Mataró, no sin antes tener un par de inesperadas y agradables sorpresas en el recorrido.

La primera es una breve parada frente a la casa natal de Puig i Cadafalch, que se encuentra pendiente de reforma y posible musealización. La segunda es una visita exprés (fuera de programa) al salón de plenos del Ayuntamiento, que nos permite descubrir el maravilloso artesonado que decora el techo, con el que el arquitecto quiso dejar constancia de su pasión por la heráldica.

El Rengle. Un mercado municipal de lo más sorprendente

La parte final de nuestro recorrido por el modernismo gourmet de Mataró nos lleva frente a una curiosa construcción en el centro de la plaça Gran. Aunque el proyecto inicial del mercado cubierto fue de Emili Cabañes, en 1892 Josep Puig i Cadafalch, que era el arquitecto municipal de ese momento, se encargó de reformar la cubierta, incorporando el tejado semicilíndrico, y las decoraciones cerámicas, de obra vista y de hierro forjado, que se pueden ver en la parte superior.

La construcción de ese espacio cubierto ayudó a proteger a los vendedores de las inclemencias del tiempo, tanto en verano como en invierno, pero consiguió mantener el carácter comercial que el lugar había tenido desde muchos años atrás. En la actualidad, a la actividad del mercado se le ha unido una importante actividad de oferta gastronómica.

Las mejores embajadoras de la comarca: Maduixes del Maresme

¿Y qué mejor lugar para degustar una de las delicias que nos ofrece el Maresme, especialmente a comienzos de primavera, que el Regle?

Pues sí, durante la visita tenemos el agradable placer de degustar una muestra de la riqueza de la agricultura local, como son les maduixes del Maresme (fresas), que gracias a la combinación de las condiciones climáticas del lugar y la orografía del terreno, se caracterizan por el color rojo intenso, la textura carnosa, un magnífico aroma y gusto muy dulce, con un atrayente punto de acidez. En resumen, ¡exquisitas!

En este punto, la ruta se ha sumergido de lleno en su parte más gourmet, aunque sin hacer de menos el modernismo. Por eso no podemos finalizar sin una visita al establecimiento “La Confianza”, que todavía conserva toda la riqueza decorativa que Puig i Cadafalch incluyó en su diseño inicial… Aunque, claro está, ya no está dedicada a la actividad comercial de sus inicios.

Otros lugares de interés en Mataró que dejamos en la agenda de pendientes para cuando regresemos y que forman parte del legado que Puig i Cadafalch dejó en su población natal son: la Casa Ernest de Sisternes, la Casa Parera y, por supuesto, el cementiri dels Caputxins, en donde está enterrado.

Finaliza la visita por la capital del Maresme, y después de un break para el almuerzo, regresamos a la estación para tomar de nuevo el tren turístico con destino hacia Canet de Mar… Donde nos abandonará parcialmente la estela modernista de Puig i Cadafalch, y entraremos de lleno en la de Lluís Domènech i Montaner.

Rumbo a Canet de Mar

Tras treinta minutos de tren, llegamos al siguiente destino de la ruta modernista gourmet: Canet de Mar. Una población conocida históricamente por ser históricamente un núcleo cultural, artístico y social, con especial relieve respecto a su patrimonio modernista, gracias a la huella que Lluís Domènech i Montaner dejó allá.

Panorámicas de la playa de Canet de Mar desde la estación del ferrocarril

La fabricación artesana de «vitralls» decorativos y comestibles

La tarde empieza con una visita a un taller artesanal de fabricación de vidrieras, donde nos explican el proceso de creación de una de ellas, totalmente a mano. Toda un técnica artesanal que tras conocerla hace que consideremos todavía mucho más espectacular el resultado. Algo por lo que todos los arquitectos modernistas apostaron, como es el caso de Lluís Doménech i Montaner, tal y como veremos en las visitas a los edificios que llevan su sello en el propio Canet de Mar, o como se puede comprobar en el Palau de la Música o en el recinto de Sant Pau, en Barcelona.

Y si la fabricación manual de vidrieras es interesante, ¿qué mejor manera que complementar la clase práctica con una visita a uno de los obradores en donde se fabrican las otras “vidrieras” de Canet de Mar? «Els vitralls de Canet».

Para ello nos acercamos hasta la Pastisseria Campassol, una de las más emblemáticas de la población, en donde nos explican el por qué y el cómo de esos dulces elaborados con masa de pasta de té, que gracias al uso de gelatina de colores nos aportan la ilusión óptica de estar comiendo auténticas vidrieras de colores… pero dulces y exquisitos, tal y como podemos comprobar en la degustación de una pequeña muestra.

Un recuerdo gastronómico imperdible de Canet de Mar, que tras muchas jornadas de prueba-error, diseñó un grupo de miembros del gremio de pasteleros de la población, en base a la idea que visualizó uno de sus miembros durante un sueño, tal y como anecdóticamente nos explican.

Fira mercat modernista de Canet de Mar (mes de septiembre) | A vueltas con el modernismo, Canet de Mar es una de las poblaciones que se han sumado al calendario de Fires Modernistes anual que se lleva a cabo en diferentes puntos de las comarcas barcelonesas. Una apuesta por recordar aquel momento de la historia de mayor esplendor, no solo con la recreación del ambiente en el centro del pueblo y los vestidos de sus habitantes, sino a través de actividades y eventos propios de la época. Como nos explican, es una oportunidad ideal para visitar la Cripta del Castell de Santa Florentina, que solo abre sus puertas en esa ocasión.

Por cierto, hemos olvidado comentar, que desde nuestra llegada a la estación nos están acompañando un grupo de alegres personajes modernistas, encabezados por la Carmeta -criada de la casa de los Domènech i Montaner-, quien se ha encargado de darnos una calurosa y «ruidosa» bienvenida a Canet de Mar.

En la casa particular de la familia Domènech Roura

Lluís Domènech nació en Barcelona, pero al quedarse huérfano a muy temprana edad fueron sus abuelos -residentes en Canet de Mar- quienes se ocuparon de él y de sus hermanos, lo que explica la razón de por qué el arquitecto pasó largas temporadas en ese pueblo del Maresme, y su especial relación. (Retrato de Lluís Domènech i Montaner en la Casa Thomas).

Y entrando de lleno en el recorrido del patrimonio modernista que nos incluía la visita, regresamos hacia la Riera Sant Domènech en donde se encuentra el edificio de l’Ateneu, la Casa Roura (edificio que Domènech i Montaner construyó para su cuñada) y, por supuesto, la Casa-museu dedicada al arquitecto, espacio expositivo en que se ha transformado la casa familiar.

Allí, acompañados en todo momento por nuestra anfitriona la Carmeta, nos recibe la propia señora de la casa, la María Roura, esposa del arquitecto y, a través de diversas anécdotas, nos sumerge en la intimidad de su historia familiar. Es entonces cuando, ante nuestra sorpresa, nos invita a que subamos a conocer la parte más privada del domicilio, donde podremos conocer al mismísimo Lluís Doménech i Montaner trabajando en uno de sus proyectos…

Tal y como nos ha ocurrido en Mataró con la Casa Coll i Regàs y la obra de Puig i Cadafalch, este espacio museístico hace que diferentes ejemplos artísticos expuestos nos lleven a establecer un inevitable paralelismo con los detalles decorativos del antiguo Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y el Palau de la Música.

Can Rocosa o el showroom de Domènech i Montaner

Nuestra jornada empieza a tocar a su fin. Pero todavía tenemos en la agenda una última visita antes de ir hacia la estación a tomar de nuevo el tren para regresar a Barcelona.

Se trata de Can Rocosa, una masía barroca del siglo XVII en donde veraneaba la familia Domènech Roura, y que a principios del siglo XX el arquitecto convirtió en su estudio y, en lo que hoy en día se llamaría, showroom. Un espacio a donde podían acudir sus posibles clientes para visualizar muestras de aquellas decoraciones que podían elegir para la construcción o remodelación de sus casas.

Es quizás, por inesperada, la parte de la visita que más nos ha sorprendido. En Can Rocosa puedes constatar cómo la sencillez y la austeridad de una típica masía catalana ancestral puede transformarse en un edificio enriquecido, decorativamente hablando, gracias a los detalles de la artesanía modernista, además de actualizar sus instalaciones con las innovaciones técnicas y sanitarias del momento.

A diferencia de la visita a la Casa-museu, en donde hemos podido descubrir la historia del arquitecto desde el ámbito más familiar, sencillo y cotidiano, en Can Rocosa nos explican la vertiente más profesional de Lluis Doménech i Montaner, quien además de arquitecto, también fue editor y político.

Por cierto, si tienes interés por seguir descubriendo más lugares relacionados con la huella del arquitecto en Canet de Mar , toma nota: No olvides ir a visitar l’Ateneu Catalanista, la Casa Roure o el Castell de Santa Florentina.

Si tienes interés por seguir descubriendo más lugares relacionados con la huella que Doménech i Montaner dejó en Canet de Mar, puedes ir a visitar el Ateneu, la Casa Roura o el Castell de Santa Florentina.

Ahora sí, llega el momento de la despedida. Pero no decimos un adiós, sino un “hasta pronto, Canet de Mar”. El Maresme y su riqueza patrimonial y gastronómica son excusa suficiente para regresar en cualquier época del año… Y si es con tren, pues mejor que mejor.

Fin de ruta y regreso a Barcelona en el tren turístico

En la estación ya nos espera el tren de regreso. El mar sigue en calma. Ha sido una jornada diferente, pero bien aprovechada.

Este Maresme que solíamos disfrutar en las noches de verano de nuestra infancia nos sonríe de nuevo, para decirnos “volved cuando queráis. Sabéis que aquí os estaremos esperando de nuevo».

A las 20.07h el tren llega de regreso a la Estació de França, donde damos por finalizada nuestro interesante recorrido por el modernismo gourmet del Maresme. La lluvia, que ha respecto nuestro callejear durante toda la jornada, nos obliga a abrir el paraguas nada más apearnos del tren…

Epílogo, resumen o recomendación tras la jornada

La experiencia es recomendable para compartir en pareja, o con amigos que quieran disfrutar de una jornada de descubrimiento patrimonial y gastronómico, sin problemas de atascos o aparcamiento. Totalmente recomendable para todos los incondicionales del turismo sostenible, y del turismo de proximidad, interesados por conocer la riqueza patrimonial que nos rodea.


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Para saber más:
Trens turístics Barcelona és molt més
Ruta modernismo gourmet

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2 COMENTARIOS

    • Merci Bea. La verdad es que fue una jornada de 10 tanto por el contenido, como por la compañía. La próxima a Reus.

      Conxita

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