“Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”. Napoleón Bonaparte.
Un día como hoy de hace 200 años, la población de Waterloo y sus alrededores estaban en plena ebullición. Se preparaba una de las batallas decisivas de la era napoleónica, que no solo pondría fin a ese periodo de la historia, sino que supondría el primer enfrentamiento bélico europeo de grandes proporciones.
Coincidiendo con la celebración del bicentenario de la Batalla de Waterloo (18 de junio de 1815), y tomando como hilo argumental la figura de Napoleón Bonaparte, os propongo abrir de nuevo la agenda de viaje para desplazarnos a Paris y al sur de Bruselas con la finalidad de conocer tres lugares relacionados con la vida del emperador francés: el castillo de la Malmaison, el sitio de la batalla de Waterloo y el Hôtel National des Invalides.
Château de la Malmaison
Para visitar el castillo de la Malmaison tenemos que viajar unos quince kilómetros al oeste de Paris, concretamente a las afueras de la población de la Rueil-Malmaison, situada a orillas del Sena en el departamento des Hauts-de-Seine.
Aunque el castillo se construyó en el siglo XVII, a principios del XIX se vio sometido a unas importantes reformas arquitectónicas que, junto a su mobiliario, lo convirtieron en un ejemplo único del estilo neoclásico de la época del Consulado francés.
He visitado en dos ocasiones el castillo, y puedo afirmar con rotundidad que ninguna de las dos me ha decepcionado. Imprescindible ir con el tiempo suficiente para recorrer el castillo y pasear por los jardines. A diferencia de Versalles, es un castillo-palacio donde se nota que se ha vivido, dado el ambiente cálido y acogedor que aún conserva.
Aunque inicialmente la compra del castillo (1799) no fue del agrado de Napoleón (debido al dispendio económico que supuso), acabó convirtiéndose en el hogar familiar de los Bonaparte durante el matrimonio con Josefina, cuya hija Hortensia describiría como “un lugar delicioso”.
El castillo tiene dos pisos. En la primera planta, el recorrido te lleva por la sala de billar, el salón dorado, el salón de música y el comedor, además de poder visitar el despacho y la biblioteca de Napoleón. En la segunda planta están los apartamentos privados, entre los que destaca el guardarropa, que tiene expuesta una muestra de vestidos y complementos que pertenecieron tanto a Josefina como a su hija.
La emperatriz Josefina, el alma de la Malmaison
Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagerie nació el 23 de junio de 1763, en la isla de la Martinica, un departamento de ultramar que pertenece a Francia desde 1635. En 1780 se casó en Paris con el vizconde Alejandro de Beauharnis, convirtiéndose en vizcondesa consorte, con quien tuvo a su hijo Eugène y a su hija Hortensia. En 1783 se separó de su esposo, a quien condenaron a la guillotina durante la revolución. A través de conexiones sociales conoció a Napoleón Bonaparte, con quien se casó en 1796 y quien adoptó a sus dos hijos. En 1804 fue coronada emperatriz de Francia, pero como no pudo darle un heredero legítimo a Napoleón, la pareja acabó divorciándose en 1809.
Tras su divorcio, la emperatriz recibió el castillo de la Malmaison en propiedad y se instaló allí de manera permanente, hasta su fallecimiento el 29 de mayo de 1814.
Tanto Josefina como su hija Hortensia están enterradas en la Église Saint-Pierre et Saint-Paul, situada en el centro del pueblo, un lugar que también recomiendo visitar tras daros un paseo por sus calles.
Según dicen, tras la derrota de Waterloo, Napoleón Bonaparte regresó a la Malmaison en donde estuvo viviendo hasta que partió a su obligado exilio en la isla de Santa Helena, en donde fallecería seis años más tarde.
Waterloo
Nuestro siguiente destino se encuentra a 300 km de distancia de la Malmaison, y se trata de la población de Waterloo, donde se tejió el fin del primer imperio francés y del propio Napoleón Bonaparte. Una localidad cuyo nombre nos remite irremediablemente al de una batalla y, mucho más recientemente, (perdonad la frivolidad) a la emblemática canción del grupo ABBA.
Waterloo, pronunciado Waterlô, a pesar del sonido anglosajón que se le suele dar al nombre (uóterlu), está situada en la provincia del Brabante valón (Brabant wallon) una de las cinco provincias de la región belga de Valonia (Wallonie), y a unos 20 km al sur de Bruselas.
Aunque actualmente forma parte de Bélgica, en 1815 Waterloo era parte del Reino Unido de los Países Bajos, a donde se trasladó Napoleón para enfrentarse a los ejércitos aliados, tras regresar de su primer exilio. La batalla, de hecho, se produjo a cuatro quilómetros del centro de la ciudad, concretamente en Braine l’Alleud.
Waterloo bajo un hilo argumental
Quien va a visitar Waterloo lo tiene que hacer bajo un único hilo argumental, que no es otro que la batalla que tuvo lugar en junio de 1815 entre el ejército de Napoleón y las tropas dirigidas por el Mariscal de Campo Arthur Wellesley, primer duque de Wellington. Y son tres los lugares que no te puedes perder: el museo Wellington (le Musée Wellington) en el centro de la población, el espacio museístico del campo de batalla (le Champ de bataille) y la Granja de Caillou (la Ferme du Caillou), último cuartel general de Napoleón.
El museo Wellington
El museo Wellington es una antigua casa de postas, situada en el centro de la ciudad de Waterloo, donde estuvo el cuartel general de las tropas aliadas durante los días previos a la batalla y donde se hospedó el propio duque. En la exposición hay documentos, grabados, banderas, maquetas y artilugios personales relacionados con la batalla, además de mostrar el lugar en el que el duque redactó el comunicado de la victoria. Un lugar que no se debe perder ningún fan de la temática bélica histórica.
La Loma del León
El espacio museístico del campo de batalla se sitúa en torno a un montículo que se conoce como la Loma del León (le Butte du Lion), situado a cuatro quilómetros del centro de la ciudad. Incluye diferentes atracciones a visitar.
Si no estás muy puesto en la historia, te recomiendo que empieces por sentarte a ver las dos películas –de veinte minutos cada una- que te situarán en el contexto histórico y te explicarán el desarrollo de los acontecimientos. A continuación, puedes desentumecer los huesos subiendo los doscientos veintiséis escalones que te llevan hasta la cima de la loma, desde donde podrás gozar de unas vistas espectaculares del campo de batalla. Eso sí, tomate el ascenso con calma, porque es algo duro. Cuando llegues a la cima, agradecerás el maravilloso espectáculo visual.
De regreso al centro de visitas, vete hacia el Panorama, un edificio en forma circular donde se reproduce, a tamaño natural, la situación de la batalla alrededor de las 4 p.m., con personajes de cera, sonido, luces y un lienzo de 110 m de circunferencia por 12 m de alto. Para finalizar, visita el museo de cera, donde están reproducidos los principales protagonistas.
Entre las actividades complementarias que se ofrecen, está la de realizar un tour en un autocar adaptado por los lugares que tuvieron una especial relevancia durante el desarrollo de la batalla, y que dura unos 40 minutos.
La Granja de Caillou
Y para acabar, no te puedes marchar de la zona sin visitar la Granja de Caillou, situada en Vieux-Genappe, a cinco kilómetros al sur de la loma del león, en donde Napoleón pasó la última noche antes de la batalla y que usó como cuartel general.
Hôtel National des Invalides
Y por último, os invito a regresar a París, eligiendo como último destino de nuestra ruta napoleónica el Hôtel National des Invalides, lugar en donde está enterrado el emperador.
A pesar de que Napoleón falleció el 5 de mayo de 1821 en la isla de Santa Elena, territorio británico de ultramar, sus cenizas no regresaron a Francia hasta el 15 de diciembre de 1840. El ex emperador había dispuesto en su testamento su voluntad de ser enterrado a orillas del Sena, pero inicialmente se le sepultó en la misma isla a la que había sido desterrado el 15 de julio de 1815.
No fue hasta 1840, durante el reinado de Luis Felipe I, en que sus restos fueron repatriados a Francia y depositados en una tumba provisional en los Invalidos de Paris. El 2 de abril de 1861, finalmente, se colocaron en su lugar definitivo, un mausoleo situado en una cripta circular, bajo la cúpula central del edificio. Un lugar verdaderamente espectacular.
Un sarcófago espectacular
El sarcófago es de cuarcita roja y está colocado sobre un pedestal de granito verde. Junto a la galería que lo rodea hay doce “victorias” que simbolizan las campañas militares de Napoleón, además de las inscripciones de sus ocho victorias más famosas y diez bajorrelieves que representan las grandes aportaciones de su mandato a la República Francesa, tales como: el Consejo de Estado, el Código Civil (Codi Civil des Français) y el Código Mercantil, la Universidad Imperial (Université Impériale) y la Legión de Honor (Légion d’Honneur), entre otros.
Al fondo de la cripta, bajo una losa, están enterrados los restos de su único hijo, Napoleón II, cuyo corazón permanece en la Herzgruft de la Augustinerkirche de Viena, en donde murió.
La Batalla de Waterloo en la prensa
Por cierto, como curiosidad, os enlazo un artículo periodístico publicado con motivo de la conmemoración del 20 aniversario de la batalla de Waterloo, en el que se deja constancia de que dicho enfrentamiento bélico fue la primera gran exclusiva de la prensa del momento: Victoria en Waterloo, la primera gran exclusiva de la prensa.
Para saber más:
En Rueil-Malmaison
Musée National du Château de Malmaison
Office de Tourisme de Rueil-Malmaison
En Waterloo
Musée Wellington
Champ de Bataille Waterloo
Ferme du Caillou
Maison du Tourisme de Waterloo
En París
Hôtel National des Invalides