Aunque se dice que solo hay que mirar hacia adelante, y no girar la vista atrás, llegadas estas fechas del año no puedo por más que hacer balance.
El año 2015 –el año en que se han cumplido 50 años de la muerte de Winston Churchill y de Le Corbusier; del estreno de Sonrisas y Lágrimas, del triunfo de Puppée de cire, puppée de son en Eurovisión, de la inauguración del túnel del Montblanc, de la creación de The Doors, Pink Floyd y Scorpions, de la visita de los Beatles a Barcelona, de la clausura del Concilio Vaticano II y del nacimiento de Julia Ormond y Sarah Jessica Parker, entre otros- también ha sido el año de mi medio siglo de vida. De ahí la especial relevancia que ha tenido en mi trayectoria personal y, evidentemente, en la de Barcelona en Horas de Oficina.
El año comenzó con luz y sonido, bajo los fuegos artificiales de Montjuïc y junto al “Ésser del Mil·leni”, en la segunda oportunidad que se le otorgaba a Barcelona para convertirse en una de las ciudades que se sitúan en el mapa mundial durante las celebraciones de la Nochevieja y la llegada del Nuevo Año. Además con el privilegio añadido de hacerlo entre los grandes instagramers de esta ciudad; hecho que me supuso todo un incentivo motivacional desde mi humilde posición.
La cuesta de enero este año fue algo más empinada que en otras ocasiones; aunque no desde el punto de vista económico, sino desde el punto de vista emocional.
Marzo me trajo la alegría de poder volver a pisar mi colegio de la infancia, el República Argentina, donde pude volver a soñar con fantasmas y princesas medievales al ver de nuevo el mítico torreón.
El año ha supuesto una nueva oportunidad para los reencuentros blogueros, las desvirtualizaciones y la ampliación de contactos @.com. Uno de los más destacados ha sido conocer a Mónica de De café por Barcelona, quien me animó a unirse al mundo de los Barcelona Travel Bloggers, lo que ha supuesto un paso de gigante para el blog. Entre los blogtrips, encuentros gastronómicos, concursos, conferencias y eventos, tengo que destacar mi visita al barco más grande del mundo –el Allure of the Sea– el pasado verano.
El 2015 ha sido un año instagramer por excelencia, donde he aprendido a elegir puntos de foto interesantes, con los que se puede decir mucho sin usar demasiadas palabras. Si a través del blog he tenido el privilegio de vivir las noches gaudinianas de la Pedrera, la Casa Batlló y la Casa Bellesguard, descubrir el social dining, visitar diferentes exposiciones de CosmoCaixa y CaixaForum, a través de Instagram he podido redescubrir el parque de la Ciutadella, el Zoo de Barcelona y, lo mejor de todo, volver a visitar el Palau Güell, el Neuschwanstein de Barcelona del que todavía tengo pendiente hablar en el blog. Y también la casualidad ha querido convertirme en un contribuyente neto al igersmap Barcelona.
Pero entre todos los eventos, acontecimientos y agenda, el hecho más importante a destacar ha sido nuestra apuesta –y empiezo a hablar en plural debido a que desde el pasado verano en el blog ya somos dos personas que estamos en ello-, por la renovación y la nueva imagen, mucho más dinámica, actual y efectiva para comunicarnos con nuestros seguidores.
El año llega su fin. En esta ocasión el 2016 no llegará bajo los fuegos de Montjuic, pero seguro que la ilusión y los buenos deseos no nos dejarán de acompañar. Ya acabo, y no me enrollo como acostumbro. Recordad que la Buena Suerte llega haciendo lo adecuado para que venga, con optimismo y fuerza de voluntad. Mucha salud, trabajo y amor… Y por supuesto: ¡Feliz 2016 a tod@s!