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CAL VIDAL, LA ÚLTIMA COLONIA TEXTIL DEL BERGUEDÀ

Recordar el pasado industrial de este país nos lleva inexorablemente a hablar de las colonias industriales, y entre ellas, de las colonias textiles. Para poder revivir su actividad económica y social en primera persona todavía quedan algunas de ellas en pie, como es el caso de Cal Vidal, la última colonia textil del Berguedà, convertida actualmente en museo y que visitamos no hace muy tiempo.

Cal Vidal está ubicada en la población de Puig-Reig y se fundó en 1892, por lo que tiene el honor de ser la última colonia que se abrió en la comarca, siendo también la última en cerrar, a principios de los años 80 del siglo XX.

Cal Vidal
Zona de acceso a la Colonia Vidal

Dado el valor testimonial que supone el conjunto, tanto a nivel arquitectónico como del sistema económico-social de nuestros antepasados, la propia familia Vidal -propietaria de la colonia- decidió llevar a la práctica un proyecto museístico que nos facilita poder contemplar de cerca cómo era la vida y el trabajo de quienes vivían en una colonia industrial, y nos ayuda a revivir algunos de los pasos más importantes que hicieron posible la industrialización y el establecimiento de las bases de la sociedad catalana actual.

Como curiosidad vale la pena comentar que, aunque Cal Vidal ha optado por convertirse en museo, existen otras antiguas colonias textiles que han vuelto a recuperar una activa vida social, dado que descendientes de antiguos trabajadores han optado por comprar y restaurar algunas de las antiguas viviendas que formaban parte del conjunto, y han vuelto a vivir en ellas.

Cal Vidal
Detalle de la máquina de vapor que transformaba la energía térmica en energía mecánica

La Revolución Industrial

Si la Revolución Industrial empezó en Barcelona, su desarrollo y consolidación se llevó principalmente en la Cataluña interior. Sí, en la Cataluña interior.

La industria de los tejidos de algodón fue el principal motor de la industrialización catalana, que se inició en el siglo XVIII, cuando se empezaron a fabricar telas conocidas como «indianas» y se modernizó el proceso técnico del cardado de la lana. La mecanización de esos procedimientos llegó con la instalación de la primera máquina de vapor, en 1833, concretamente en la fábrica Bonaplata de Barcelona.

Como ya todos sabemos, la materia prima para que funcionasen las máquinas de vapor era el carbón. Un carbón que inicialmente llegaba de Inglaterra, pero que a finales del siglo XIX empezó a obtenerse en minas de Asturias y otras catalanas, como la que hay en Sant Joan de les Abadesses, en l’Alt Berguedà.

Cal Vidal
La proximidad de las fábricas al curso del río facilitaba que el agua se usase como fuente de energía

Dado que el carbón importado era caro, y el autóctono de baja calidad, se tuvo que sopesar utilizar la energía hidráulica como fuerza motriz que moviese las ruedas de palas. Ello derivó en que las poblaciones situadas a lo largo de las cuencas de ríos como el Llobregat, el Cardener o el Ter fuesen contempladas como lugares a donde trasladar la actividad industrial, dando lugar a la creación de las llamadas fábricas de río (fàbriques de riu).

Las colonias textiles

Aprovechando infraestructuras ya existentes junto a los saltos de agua, como las de antiguos molinos de harina, se empezar a construir fábricas y grandes centros industriales. Debido a su lejanía de los núcleos urbanos existentes y a las malas comunicaciones de la época, alrededor de las fábricas se construyeron viviendas y zonas de servicios, en donde los trabajadores podían satisfacer todas sus necesidades sin necesidad de salir del recinto. Allí se vivía, se trabaja y se hacía vida social. Es decir, «todo quedaba en casa».

Cal Vidal
Tramo de viviendas de los trabajadores

Otros factores que favorecieron la apuesta por la creación de estos innovadores espacios fabriles fue el asequible valor de los terrenos, la tradición manufacturera de la zona y, un detalle muy importante, poder contratar personal autóctono proveniente del mundo agrícola, poco habituado a las reivindicaciones obreras y muy agradecido por las rápidas mejoras que experimentaban en sus condiciones de vida.

No solo disponían de una vivienda «con todas las comodidades», sino que la colonia ponía a su disposición servicios como escuelas, tiendas de alimentación, cafés, teatros, estaciones de tres, huertos o dispensarios, a los que se podía llegar fácilmente caminando.

Cal Vidal
Detalle de una cocina en el interior de una las viviendas de los trabajadores

Además de la fábrica en sí, las viviendas de los trabajadores y las zonas destinadas a servicios, en las colonias textiles también se acuñó el concepto de «la torre del amo». Era la casa en la que vivía (o iba a pasar largas temporadas) el propietario de la fábrica junto a su familia, que siempre se construía fuera del núcleo de las casas de los trabajadores y en un espacio elevado, para dejar constancia de su superioridad económica y social frente al resto de habitantes de la colonia.

Sin lugar a dudas, las colonias industriales o colonias textiles fueron un elemento característico del proceso industrializador de Cataluña a finales del siglo XIX y principios del XX, tanto por sus características técnicas, económicas y sociales específicas.

La comarca del Berguedà

La cuenca fluvial del río Llobregat se convirtió en la espina dorsal de las colonias textiles. Desde prácticamente su nacimiento en Castellar de n’Hug (donde se instaló la fábrica de Ca l’Artigues), hasta Martorell en el Baix Llobregat (donde estuvo Can Bros desde 1858), todo el curso del río estuvo plagado de colonias industriales dedicadas a la fabricación de tejidos.

En ese recorrido, el tramo que pasa por la comarca del Berguedà fue el que contó con mayor número de colonias, y que casi todas se mantienen en muy buen estado de conservación, como muestra de nuestro patrimonio histórico industrial. Cal Rosal fue la primera fábrica que se instaló aprovechado la estructura de un antiguo molino de harina. Concretamente en 1858.

Lista de colonias textiles

Vale la pena mencionar que, también en esa comarca aunque unos cuantos años antes, es donde el carpintero Ramon Farguell (el Maixerí) inventó una de las máquinas textiles que ayudarían a revolucionar e incrementar el rendimiento productivo de las fábricas. Concretamente fue el creador de la berguedana o maixerina, una máquina de hila que sería vital en el desarrollo de la industria de las manufacturas de algodón, convirtiendo la comarca el segundo núcleo algodonero de Cataluña.

Cal Vidal
Máquinas textiles en el interior de una de las naves de la antigua fábrica

Cal Vidal

Como ya hemos comentado, Cal Vidal fue la última colonia textil que se construyó en el Berguedà, y era propiedad de la familia Vidal, autóctona de la ciudad de Manresa, que se dedicaba a la fabricación de tejidos de seda.

Ignasi Vidal i Balet fue quien dio el paso de trabajar la seda, a trabajar el algodón. Primero mecanizando la finca familiar de Els Comdals, y posteriormente creando su propia fábrica en los terrenos de Puig-Reig, en donde construiría la Colonia Vidal en 1901. A su muerte, sus herederos, Ignasi i Vicenç Vidal i Casacuberta fueron los que se encargarían de establecer las pautas organizativas y el carácter a la colonia recién creada.

Cal Vidal
Antiguas balas de algodón, tal y como llegaban directamente a la fábrica

La Colonia Vidal se especializó en la fabricación de tejidos para sábanas de alta calidad y en tejidos de piqué, un tipo de hilatura que combinaba dos urdimbres diferentes, lo que permitía poder fabricar tejidos con relieves y formas.

En 1905 ya vivían en el grupo de viviendas de la colònia 200 personas, y empezaron a instalarse los primeros servicios, el cafè, la escuela, la barberia y el teatro. La primera calle de la colònia fue el carrer de Sant Ignaci, seguido por el carrer de la Cncepción y el carrer de Sant Vicens. La dècada de los años 20 es cuando la Colonia vivió la época de mayor esplendor.

Se siguió con la construcción de una iglesia, de un convento de monjas dominicas y de la casa de los propietarios. Edificaciones de las que se encargaron los propios albañiles de la fábrica. Junto al convento se creó un casal de mujeres, una escuela de niñas, una residencia para mujeres trabajadoras y una guardería.

Cal Vidal
Iglesia de la Colonia

Fue una colonia donde se respiraba un alto sentimiento de religiosidad, promovida por los propios amos, pero que se complementaba con destacadas actividades lúdicas menos encorsetadas como el futbol, las caramellas o la celebración de fiestas mayores.

Promotores de una importante obra social, uno de sus mayores logros fue la creación del Patronato Vidal para la Juventud Obrera, que impulsaría la formación profesional entre los jóvenes cuando ésta aún no existía como tal. Incorporando a la actividad formativa, la cultura, el deporte y el ocio, pero dentro de una visión cristiana de la vida, dada la profunda religiosidad de la familia de la que procedían.

Ese mismo Patronato fue quien fundaría en 1995 el Museo de la Colonia Vidal, con la finalidad de ayudar a preservar y difundir el rico patrimonio que allí tenían.

El museo de la Colonia Vidal

La visita guiada a la Colonia comienza en el edificio principal, que acoge el museo, y que se construyó en 1947. Allí todavía se conserva el segundo teatro que se construyó, y cuya entrada está inspirada en la del Liceu de Barcelona. En la primera planta están expuestos objetos relacionados con la vida en la colonia, así como la reproducción de la escuela de niños, donde se ha recreado el ambiente de la época.

Cal Vidal
La reproducción de la escuela para niños es uno de los elementos destacados del museo de la Colonia Vidal

La visita continua paseando por diferentes espacios que se han ambientado y abierto para conocer la colonia una poco más a fondo, como una casa de los trabajadores, los lavaderos, la pescadería, la oficina bancaria y las duchas y lavabos públicos, que eran comunes para todos los habitantes de la colonia.

A través de un sendero se desciende a las instalaciones de la fábrica, donde todavía se conserva la turbina que generaba la energía y las diferentes naves de telares, con diferentes elementos y maquinarias que nos muestran el recorrido que seguía la producción de tejidos, desde la llegada de las balas de algodón procedentes de Barcelona, hasta el empaquetado de las telas acabadas para entregar a los clientese. Una zona en la que, por cierto, todavía se puede hacer sonar la sirena que anunciaba el inicio y final de la jornada laboral.

Cal Vidal
Imagen a contraluz de la chimenea de la antigua fábrica de tejidos

La fábrica cerró en 1980 cuando estalló la crisis de la industria textil, y en 1995 sus propietarios decidieron montar el museo y abrir las instalaciones al público en general, para poder dar a conocer de primera mano cómo había sido la vida en las colonias textiles que jugaron un papel transcendental en la industrialización de la sociedad catalana.

Galeria fotográfica

 

Museu de la Colònia Vidal
Carrer de Santignasi, 2
08692 Cal Vidal, Barcelona
www.museucoloniavidal.org

 

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